Este fin de semana hemos visto Mujercitas, la película de 2019. Reconozco que la he visto sin saber nada de una historia icónica, porque de la novela se han hecho películas, obras de teatro y series.
De todas formas, por si llegáis como yo a esta fiesta, os pongo en contexto: Erase una vez en Concord un pueblo de Massachusett, en medio de la guerra civil estadounidense (la guerra de Secesión) vivían cuatro niñas con su madre (Laura Dern), mientras su padre luchaba. La mayor de ellas era Meg (Emma Watson), la siguiente era Jo (Saoirse Ronan), luego estaba Beth (Eliza Scanlen) y por último, la menor era Amy (Florence Pugh). Y en mujercitas nos cuentan el camino a la madurez de las cuatro.
La historia narra la vida de las cuatro mujercitas y se nutre haciendo flashbacks a la infancia (o adolescencia) y volviendo al presente (edad adulta) constantemente. Algo que lejos de entorpecer, ayuda a crear los nudos y conflictos que te van a mantener enganchada a la película.
Las personalidades de las cuatro hermanas, también son tremendamente dispares. Pero si algo tienen en común, es que ninguna cumple exactamente con los modales de la época y todas pasan por el camino a la madurez. En este sentido, se ve una clara evolución en todas ellas entre la edad temprana y la edad madura.
Cabe mencionar en este punto al personaje protagonista: Jo. Aunque no se diga, y el titulo lo omita, ella es en quien empieza y termina todo en esta película (desconozco si en la novela también es así).
Me ha gustado tanto que fuera tan real. Por un lado es odiosa, porque es terca, sabelotodo y quejica a más no poder. Ella es quien dice lo que está bien y está mal y su opinión va a misa. Pero por otro, es quien lucha por la libertad de las mujeres para decidir no ser solo amor. En un mundo (el suyo) donde una mujer nace con la única ocupación de querer y cuidar a su esposo e hijos, ella quiere más para ella y sus hermanas. Porque en ellas ve corazón, pero también inteligencia y fuerza, un privilegio que no se les permite tener.
Como no tenía expectativas muy formadas, porque desconocía todo sobre la historia, me ha resultado bastante rompedora. Lo único que preveía era la época, por lo que intuía que el contexto era el de mujeres buscando casarse para ser honorables. Así pues, esperaba buenos modales, talentos para deslumbrar a hombres y presión por casarse. Sin embargo, solo un personaje en la película presiona a las jóvenes para casarse y hacer “lo correcto”. Y en lo que respecta a los buenos modales, la verdad es que lucen por su ausencia, pues las hermanas actúan como lo que son: niñas traviesas y chillonas. Y en cuanto a deslumbrar hombres, poco se habla de la idea de buscar premeditadamente. Solo en la edad adulta, se muestra el matrimonio como lo que realmente era en esa época: una transacción económica.
Lo que más me ha gustado ha sido lo poco previsible que se me ha hecho la película. Con lo torcidas que acaban las relaciones entre algunas hermanas, lo complicado de hacerse adultas y lo duro que es en algunos sentidos… no imaginaba la forma en que pudiera haber un final feliz. Porque, a ver, el final «feliz» sí que lo esperaba.
Si tuviera que sacar un “pero” a la historia, es que se me ha hecho pesado que absolutamente todo fuera en clave de dinero. Me he cansado de escuchar “ojalá fuera rica”, y eso que yo lo deseo tanto como ellas.
Es una película conmovedora y bonita, y aunque no lo sea per se, romántica. Ya os digo que es para llorar.
Después de haberla visto me he quedado con ganas de leer la novela Mujercitas, pero también de ver la adaptación de 1994, en la que participan Winona Ryder, Susan Sarandon, Kirsten Dunst o Christian Bale. ¡Ojo!
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