Una Cenicienta moderna es una película de los 2000 llena iconos que pasaran a la prosperidad. La he visto tropecientasmil veces, a pesar de lo cual, sigo repitiendo. Es de esas pelis que sabes que buena, lo que se dice buena, no es y aun así te gusta.

Todo lo que tiene de parecido con la Cenicienta es que es una adolescente huérfana que convive con su madrastra y sus hermanastras. A cambio de dinero para la universidad la muchacha es prácticamente una esclava (o no) de su madrastra: le hace los recados, trabaja en su restaurante y hace los deberes de sus hermanastras. Lo que sea con tal de que estén contentas y así pueda salir pitando de allí. Esto le deja poco tiempo libre pero lo aprovecha bien: se ha echado un cibernovio. Casualidades de la vida van al mismo instituto, no se han dicho nunca quiénes son y hay un baile. ¿Se conocerán en ese baile? ¿Se gustarán? ¿Qué pasará?

Más o menos así sería la sinopsis. Yo creo que casi todos nos imaginamos como termina todo.

Hilary Duff y Chad Michael Murray en «Una Cenicienta Moderna»

Lo que más me gusta

Lo que más me gusta de la película es la banda sonora. Hilary Duff en estado puro.

También me rio mucho con su familia: su madrastra y sus hermanastras son de lo mejor de la película, más tontas y no nacen. Son lo más divertido de toda la peli con diferencia.

Como fan de The Big Bang Theory me encanta ver a Howard Wolowitz de adolescente. Se parece tanto al papel que hace que hasta podría ser su precuela.

Sin duda, los más tiernos son su mejor amigo y Ronda, su verdadera madre (prácticamente). El vestido que acaba llevando al baile es hipermegaprecioso y en su día yo quería uno igualito. Es de princesa total.

Hilary Duff y Chad Michael Murray bailando en «Una Cenicienta Moderna»

Lo que no me gusta tanto

Lo que no me hace mucha gracia igual es más largo… Para empezar, el rollo de que ser camarera es algo malo. No tiene nada de malo ser camarera ni eres menos o peor persona si lo eres. Es que hasta Sam le dice a Ronda en un momento: “no soy más que una camarera”. Pero a ver, ¡¡¡que se lo está diciendo a una camarera!!! Yo este guion no lo compro.

Otra cosa que hay que poner ganas para creérselo es que nadie reconozca a Sam en el baile. Le ponen un vestido, le rizan el pelo y le ponen un antifaz y de repente ya nadie sabe quién es. ¿De verdad queremos gustarle a alguien que solo nos presta atención cuando vamos vestidas de princesas y que cuando somos camareras ni nos miran a la cara? Yo creo que no. Que no es el peor de sus amigos… pero que al final, el chico tiene los mismos prejuicios que sus amigos.

Y ya lo último que me deja loca es que se compare a Sam con Cenicienta. Cenicienta no tenía coche, ni trabajo remunerado, ni móvil, ni ordenador, ni ropa decente… Esta chica estaba siendo chantajeada constantemente porque su familia era horrible y no la querían, pero en términos sociales, estaba bien cubierta. Vale que es una película familiar estilo comedia romántica adolescente pero acaba dando la impresión de que yo vivo peor que Cenicienta.

El día que escribí esta reseña debía estar muy enfadada con el mundo para estar tan picajosa.

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